ATENCIÓN: Mis reflexiones son tan atropelladas como lo soy yo cuando cuento algo. ji

jueves, 11 de diciembre de 2008

La sombra de la indecisión

Empezar una relación jamás es fácil. Miles de sueños se aglomeran al lado de ella, expectativas y emociones intensas. También, sobre todo para aquellos que hemos sufrido alguna decepción, los miedos son ingrediente principal en esta compota sentimental.
Comencé hace no mucho una relación que se restringía a lo corporal, a lo carnal, a lo físico. Bautizada como una “relación de amantes” –nombre bastante curioso, old fashion, pero divertido- por mi compañero de turno.
Entré a ella sabiendo qué podía esperar. Mi “amante” me había pintado el cuadro completo de arranque, no quería confusiones porque ante todo somos amigos y no queremos hacernos daño mutuamente. Claro, el día que él lo dijo no hubo mayor chongo porque yo no tenía mayor expectativa que la del encuentro y los que viniesen. El puso sus aclaraciones y yo mis condiciones. “Ok, no he venido con ninguna expectativa de algo más, pero no me gustaría que sólo fuera esta vez”, dije. Lo más gracioso fue ver su cara iluminándose ante la propuesta, lleno de gusto.
Pese a ello mi cuadro interno también estaba bien pintado. Tenía absolutamente claro que en algún momento del camino iba a querer pasar a tener algo más que sólo encuentros y me prometí que cuando llegara ese día le iba a decir adiós.
Estoy ahora en el momento preciso para decir bye bye o aventarme a dar ese otro paso, arriesgarme. Empezaré por describir qué siento con cada una de las opciones. Con la segunda siento que podría dolerme mucho si el resultado no es favorable, que luego de la partida de mi príncipe azul al mundo real ya no aguantaría que me vuelvan a reventar la burbuja. La primera devendría en odiarme a mi misma porque siento que si no me arriesgo, si mariconamente decido pegar la media vuelta sin darle la lucha, dejaré de ser la mujer intrépida, decidida, resuelta y fuerte que siempre fui. De alguna manera, sabiendo que iba a llegar este día me decidí por seguir adelante, “cuando llegue me preocuparé”… bueno, heme aquí.
Y heme aquí, ante la gran indecisión del mundo. Sin tener la más puta idea de a donde dirigirme o qué hacer. No quiero dejar de ser racional, él fue claro en lo que dijo y no puedo despegarme de ello. Por otro lado, a veces siento un mayor acercamiento del que se dan en estos casos. ¿Soy fiel a mi misma o cuido mi corazón?


Precisa canción al inicio de mi "relación de amantes". Ahora? eteeee...